Tuesday, July 31, 2007

Shallow

Hace dos semanas que consumo importantes cantidades de líquido, más que nada en su formato agua. Compro una Villa del Sur sin gas, agua mineral Natural de 2,25 litros porque los señores afirman que Te conviene más y te lo dicen en rojo sobre la etiqueta azul. Habrá que creerles. La botella dice estar envasada en fuente de origen (vaya a saber uno dónde queda esa Villa sureña) y contiene 164 unidades de sodio. K me explica que son demasiadas y que por eso es rica. La Glaciar es baja en sodio y por eso asquea. Esta última conclusión la saco sola solita. Para el mediodía bajé todo el cuello de arriba hasta la rayita 7 contando desde abajo (casi la mitad). Todo porque hace unas semanas se me ocurrió obsesionarme con que tenía la piel seca por el invierno y que la hidratación viene desde adentro. All for inner changes, oh sí. Hidratando mi niño interior. Temo desarrollar fobias asociadas. Pero efectivamente, después de hidratación interior compulsiva-Chechus sostiene que estoy Poto maníaca- hay una notable diferencia en la piel. Espalda, brazos, cola todo suave, suave. Ahora ando comprobando tersura en forma constante. Me toco. En horarios de oficina, con clientes. En público básicamente me obsesiona el antebrazo izquierdo y la terminación donde la espalda se hace jean.

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Monday, July 30, 2007

Marco, Polo, Tierra, Una

Y así como si nada propone la natación, la natación en invierno que nada tiene que ver con La Natación. Nadar en un caldo tibio comunitario, clorinado, bateriano, salir con los pelos chorreantes, pisar espacios pisados por otros cientos de pies, ducharse en un baño ajeno y el pelo, ¡oh, el pelo! Yo, que aparentemente tengo una reputación que cuidar (así lo creen Perica y Loli), que vivo mi pequeña condena con responsabilidad y Alfaparf y él, él que no se da cuenta de lo terrible que puede ser llegar a incoporar la pileta a mi vida. Llevar un secador de pelo, el shampoo, la crema de enjuague, el cepillo (el de madera para desenredar y el redondo para secar), una toalla, jabón, crema de cuerpo y manos, la totalidad del maquillaje para repetir la operacón, todo metido en un bolsito a ser acarreado durante todo el día por unos míseros 60 minutos de flotación y placer. Y después están los pies, no los propios a los que quiero, sino los ajenos. Quiero a los míos, los de mis amigas, los de un amante (hasta puedo besárselos con entusiasmo) pero el pensar en metros y metros de baldosas mojadas con pequeños charquitos tibios, mezclados con suciedad y cuerpos extraños, pisarlos con pies desnudos (u ojotas para el caso) es una pesadilla. Como cuando me tormento en el verano mirando los pies ojotados de la gente en el subte hasta que siento la presión que me baja y el aire que falta. Y sumado a eso una revisación médica, la revisación médica. Alguien alguna vez me mintió y me dijo que incluía un chequeo ginecológico realizado por un señor que probalmente ni siquiera fuera médico (salvavidas, por ejemplo) que miraba con peligrosa cercanía todos los rincones del cuerpo. A los catorce creí la mentira y nunca me ocupé de desmentirla.
-Marco
-Polo
-¿Agua?
-Nadie. Esperaremos al verano.

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Thursday, July 26, 2007

Cómo ser una neurótica prolija y ordenada

Sr. Transferencia se esmera hace semanas en hacerme entender las diferencias entre las urgencias y las emergencias y los comportamientos deseables en cada caso. Creo entenderlas a la perfección. Ante el llamado de ayer perdí un poco mis capacidades, mis ya pocas capacidades. ¿Qué quiere decir la chica que lo cuida con “Se decompuso”?
Para mi se descomponen los cadáveres, la materia, los números, pero cuando se trata de sintomatología para la gente la descomposición abarca una cagadera, un infarto, vómitos de embarazo, desmayo, muerte súbita, dolores menstruales o cáncer terminal. Más de una vez escuché en la television “Y bueno, la abuelita se descompuso, murió y al otro día la estábamos enterrando, terrible”.
Me trepo a un taxi como un equipo de CSI yendo a verificar el nivel de descomposición. Encuentro al paciente en cama, la "descomposición" se había dado en el gimnasio de Fleni, había tomado la forma de una bajada de presión y se había tratado con un Clonazepam. Sospechoso. Las afecciones del cuerpo las tratan los médicos, la rosca, el Rivotril.
Busco la cartilla de OSDE. Claramente ellos conocen mi patología porque ponen números para Emergencias y números para Urgencias. El de emergencia está en rojo y aclara, para todos los neuróticos amigos que no reconocemos la diferencia “Con riesgo de vida”. Marco, hablo, pido, anoto, registro, verifico, beso y me retiro.

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Monday, July 23, 2007

Weirdest Shopping Ever

Ya pegando la vuelta paro a comprar algunas cosas. Vuelvo con la bolsa más exótica del planeta. En el almacén de las vías compro el aceite de oliva extra virgen, los tomates disecados engañosamente al sol y los hongos esos que dicen que crecen abajo de los pinos y me gusta cocinar en una salsa con Malbec. Unas cuadras ya más cerca de casa, dos corpiños: con aro, uno en blanco el otro en negro, idénticos, fieles. Cuando una le pega a la marca y el modelo no se puede cambiar, más con todos los pedidos que una le hace a un buen corpiño. ¿La peor traición? El efecto doble teta (por una taza mal diseñada) o el aro que se clava en la axila. Sumo después una cajita con cinco cuchillos tramontina y una tijera insertados en un cubo de madera por una suma irrisoria. La compra fue básicamente por la tijera de cocina ya que la anterior la usé para destapar una lata de pintura (dorada) y la terminé tiñendo y rompiendo.
Antes de ir a lo de Sr. Transferencia pienso en pasar por la casa de repuestos para baños pero dudo acerca de sus conclusiones si caigo con la tapa del inodoro en mano. K dice que a veces una tapa de inodoro es "simplemente una tapa de inodoro". K también me dice que no es un deseo liso y llano el necesitar tapa de inodoro si no que hay formas y tamaños e infinitos precios y que para no equivocarse uno tiene que o bien llevar el original o bien calcarlo en un papel. Estas son las cosas de la domesticidad que me llenan de fiaca, que deberían estar absolutamente estandarizadas, sin cuestionamientos, ISO9000000000000000XXXX. Deseo una tapa de inodoro y así que llegue mágicamente el aro oval con su tapa en un único material, de un único color sin distinciones en cuanto a su ovalidad. Porque ahora veo que hay "oval huevo", "oval rugby", "oval Terrabussi surtidas"…¿Cómo puedo llegar a detenerme a pensar en una tapa de inodoro por más de dos minutos? Abandonaría la búsqueda salvo que ahora, cada vez te sentás te pellizca vengativamente el cachete derecho y cuanto más tratás de liberarte más te atrapa en una rajadura minúscula casi invisible al ojo humano.

Tuesday, July 17, 2007

Papita para el loro

Cuando camino por Juramento -en ruta a lo de mi padre- paso por Chinatown, compro dos o tres cosas y sigo. A mano izquierda hay una verdulería y me llevo bandejitas de esas que te traen todas las verduras cortaditas y que las tirás mágicamente en una olla con un cubito y chan! sopa de verduras. También agarro de las heladeras un vaso de ensalada de frutas ya preparada por el verdulero y se la llevo también para que Olga le de a la noche. Son las dos cosas que se que le gustan, sumado al helado de dulce de leche y limón, el camembert un poco pasado y algún buen jamón crudo de parma. Por lo demás, desconozco absolutamente sus gustos alimenticios. Me los olvidé. Todos los anteriores son recuerdos de infancia, de primera infancia. Recuerdos de upas de heladería sobre el mostrador pidiendo los vasitos "dulce de leche arriba", siempre los mismos, de un camembert que podía olerse desde mi cuarto y yo gritando un puaj y fingiendo arcadas y Toti riendo a lo loco y diciendo "bien podridito, bien podridito como me gusta”. Poder elegir cuatro ítems entre todas las comidas posibles para adjudicarle a una persona es conocer poco a esa persona. Yo puedo decir sin temor a equivocarme que mi madre no come tomate crudo, lo aguanta caliente en sándwiches y salsas, pone mucho vinagre a sus ensaladas como yo, nada de leche ni edulcorante a ninguna de sus infusiones, odia la pechuga de pollo, prefiere la tira al vacío y puede vomitar frente a un vaso de leche. Tampoco le gusta que le cuentes el argumento de películas o libros. La exaspera.
Camino por las últimas cuadras de Juramento y doblo por Libertador. Siempre las mismas conclusiones funestas en estas mismas cuadras. El tema es Belgrano y lo mucho que yo odio Belgrano, este triste ni fu ni fa entre las casas y el centro.

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Friday, July 13, 2007

The Holes

Mientras tipeo acá despacito, dos señores rompen mi pared a martillazos y cada tanto espío como van dejando cráteres enormes, primero al ras del piso, después a la altura de mi cabeza en el hueco de la escalera. Uno es un señor mayor, otro es joven y es una mezcla perfecta entre Michael Douglas (época Las Calles de San Francisco) y Andy García. Tiene dientes blanquísimos y los muestra bastante cuando se ríe. No es la primera vez que encuentro este parecido.
-Uh…
Temo lo peor. Ese es el clásico "Uh" de mecánico. Michael García asoma media cabeza adentro del agujero y me cuenta de un tajo por el que chorrean litros y litros de agua. Me invita a ver. Me trepo, espío, él ilumina con una lámpara de mano. No veo nada, después me acostumbro al paisaje y lo veo. Parece zona de guerra, los restos de Varsovia. Sí, un tajo transversal en un caño. Me pregunto de qué están hechos los caños y cómo mierda se tajean así. Calculo las semanas con agujeros redecorando el hueco de mi escalaera. Michael García dice que me lo deja arreglado con una silicona y que le vamos a dar quince días y después lo volvemos a ver. Como un cirujano, vuelve para el chequeo post operatorio. Control POP ponían en las órdenes de Toti.
Quince días agujereada.
Afuera, los vecinitos ruidosos de enfrente (los de la casa que quiere Chechus) entran y salen, corren con celulares en mano. Yo tomo el café contra la ventana y los sigo con la mirada. Siempre son barderos. Para esta altura ya tengo a Michael García, al asistente viejo y a Juan el portero metidos adentro. A todos les preparé un café. Los cuatro vemos una ambulancia que llega. A unas casas vive un viejo al que siempre vienen a buscar en ambulancia. Después de mis 10 viajes en estos meses, las ambulancias dejaron de intrigarme, de alarmarme.
Bajan una camilla vacía. Al rato salen con una camilla cargada y un cuerpo tapado con una sábana blanca. El portero sale disparado. Correveidile, claro, no vaya a ser que se quede sin chisme para la tarde.
Al rato trae noticias.
-El arquitecto de enfrente.
50 años, casado y con hijos. La mujer se va en la ambulancia con él. Ya está muerto. Un infarto.
El chico de 17 fuma en el balcón y se agarra la cabeza con una mano. Lo miro, lo espío con las cortinas nuevas un poco corridas. Me da un poco de culpa. De casa se puede ver todo el ancho del departamento de ellos. Le puedo seguir los movimientos. Como en una película. En la reja de la puerta de entrada una quinceañera toca el portero eléctrico. Lo veo a él que entra, camina hasta la escalera, lo veo bajar. Después desaparece unos segundos y la puerta de entrada se abre. Se miran y ella enseguida lo abraza. El le llora en el hombro (o eso creo yo, no llego a ver bien). Juntos no suman mi edad.

Thursday, July 12, 2007

The Mary Ingalls Syndrome

Cambié las cortinas de abajo. Son transparentonas pero cuando llegás a la noche no se ve nada de nada. Juego a la ciega. Camino entre los pocos muebles, los pocos metros hasta el Eskabe. Así a ciegas giro la perillita a la izquierda, ni muy muy, ni tan poco porque si no sale de golpe el calor y mancha toda la pared. (Nunca me ocupé de hacerlo limpiar). Después esquivo el sillón, me acerco de memoria a la computadora. La toco de costado, desde arriba hacia abajo y freno justo en el minúsculo y chatísimo botón de encendido. Lo ubico como a mi clitoris te diría, presiono, espero y escucho. Confirma el encendido. Un segundo más y se prende la lucecita de abajo de la pantalla, blanca, impoluta. Manzana mordida, ruedita que gira, todos mis documentos que aparecen. Desktop desordenado, desordenadísimo. Casi como el cajón de las bombachas, casi como mí cabeza estos días. Nunca encuentro nada, todo parece que se pierde hasta que después aparece apilado abajo de otra cosa. Entourage. Firefox. Voy subiendo la escalera mientras abren. Recién cuando llego a mi cama prendo la luz. Lo que sale de la pantalla es suficiente para subir la escalera. Miro la lamparita quemada. Todos los días prometo cambiarla. Nunca lo hago. Me da vértigo porque está alta. Mentira. Me da paja. Viviendo así. Como tanteando a oscuras.

Tuesday, July 10, 2007

Summer Time and the Living's Easy

Coco tiene en su oficina un radiador; de esos enormes, antiguos que van contra una pared. No como el mío de rueditas que es como sacar a pasear a un perro paralítico por la casa. Cuando lo compré me dijeron que cada uno de esos tubos metálicos se llaman elementos. Entonces la pegunta de rigor es ¿De cuántos elementos lo quiere, señorita?
De rigor también hay que contestar cinco, claro y hacer un chiste barato con lo del quinto elemento.
En el colegio también había de los de pared. Estaban en los pasillos. Dado que circulábamos en cortísimas kilts sin más abrigo que un sweater en combinación con las medias y un blazer azul, cuando tocaba el timbre del recreo había una especie de éxodo de velocidad para llegar primeras a los radiadores. Casi nunca llegué a ningún lado en las carreras de velocidad, pero sí era rápida para gritar: Reservame estufa, please. Y esto era absolutamente válido porque era muy posible que llegases a apoyar tu cola contra la estufa (esta era la pose obligada) y alguien te mirara sobradora y dijese:
-Sorry, está reservado.
Y entonces uno aceptaba estoica la ensobeada porque así eran las reglas. La condena era terrible: vagar como el holandés errante por el Shakespeare Lawn escarchado, cerca de la fuente semi congelada, con guantes y un cafecito caliente entre las manos hasta que terminase el recreo. Si eras Prefect, era otra cosa y podías hacer uso del Prefect´s Room: un cuarto de pisos de pinotea perfectamente calefaccionado, con lámparas de pie, sillones tapizados y bebidas calientes. Pero eso sí, exclusivamente en la compañía de otras prefects y eso era peor que la escarcha.

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Wednesday, July 04, 2007

The Charlotte Chats (Uncensored and Live)*

S muestra nos muestra la cola.
-Tenés el mismo culo que Lescardi!!!!-compara el culo de S al último tipo con el que salió-boluda, es como coger con S.
Anoche nos mostramos la cola y las gomas. Todas. Las cuatro.
-Dale Charlotte, que en 30 años de amistad no te conocemos las tetas. Dale nena, mostrá.
Las cuatro mostramos de frente al espejo. Dos, cuatro, seis, ocho. Ocho tetas frente al espejo. Ocho mundos. Ocho historias.
-Ah, son lindas live.
V es chata pero tiene el mejor culo del planeta. F se mira en el espejo con el pantalón a las rodillas, el culo de frente y costado, las piernas, su panza chatísima y concluye.
-A mí me encanta mi cuerpo. Me faltaron 12 cm "de pierna" nomás.
S nos mira compungida desde su metro ochenta y pico y algo entre labios que pensamos iba a ser la solución a los males del mundo, la cura al cáncer, la resolución al conflicto de Medio Oriente. Dos botellas de blanco pudieron más.
-Ahora, como petisas que son les pregunto a las tres. ¿Tenés más inseguridad que lo normal? ¿Ves la vida distinta?
-¿Desde el zócalo decís, forrra?
-Para míu sos más sexy siendo petisa. Ahora, en la adultez es más elegante y fino ser alta, boluda. Mirala a X que es una torre, más desabrida que el agua con agua hervida (ya lo se) pero, pero… se pone el chalequito, el chupín, esas botas y es la distinción en patas, boluda. No jodamos. Ahora, de chica, no me gustaba ser alta. Pegaba pibes de petisa. De corchito erótico, ¿entendés?
-Tenés más percha. Yo con mi altura...la palabra distinguida no entrará en mi persona. Nunca. Convengamos.
-¿Hombres, con lo pibes? ¿Puedo hacer una pregunta? A mí siempre me dijeron que la vida se te hace más facil por ser alta.
-Pará, boluda, S tiene una rosca posta con nuestra petisez!!!

-No te enrosques con el cáncer. No es lo tuyo. Vos sos como yo, nosotras largamos todo afuera, somos un bardo… yo me voy a morir lela como papá, así.
-Pero lo que pasa, unos somatiza…metés, metés, metés, después te sale un tumor.
-Como dijo Victoria Oneto (ahora S grita). Mi cuerpo no da más, no da más. El cuerpo te para, man.
-Yo siento que tiro de la piola, tiro de la piola. Un día me va a parar.
V se queda callada.
-Pará boluda, no te comas cualquiera. Uy, esta mina mañana pide una tomagafía general y se analiza todo el cuerpo.

*Clemencia, que yo tipeaba mientras hablaban y sólo me paraba a servir más vino y revolver el risotto.

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Everything else of Charlotte sometimes so far away

A los 17 me sabía todas las letras de las canciones de The Cure y te recitaba con puntos y comas (casi acordándome de dónde se pasaba de una página a otra) la mayoría de los poemas de Hardy, sobre todo los escritos entre 1912 y 1913. Mi madre se alegraba de verme caminar por la casa con una copia de alguna novela vieja en la mano y alivianaba su pesar por las 6 materias en diciembre y las 2 a marzo. Suponía que con Lady Chatterley aprendería algo acerca de los “facts of life”. Yo saqué Lolita de la biblioteca del cuarto de al lado, uno que se llamaba The Grass is Singing y toda una pilita que estaba en el último estante y a los que muchos años me habían dicho Not for now, maybe later. Yo concluí que a diferencia de mi casta adolescencia, la gente se calentaba y cogía mucho. Y eso estaba muy bien. Después hubo una época en que mi madre me pasaba cosas de Vonnegut, T. Williams y todo así mezclado hasta que una mañana de domingo leyó algo de Barnes y Amis en el diario y se fanatizó antes de leerlos. De ahí en más fue una seguidilla del dúo.
Cada tanto íbamos al centro a Joyce, Proust (¿and sons? ¿and co.?). Me pregunto si sigue existiendo esa librería. Algunos de mis libros todavía tienen la etiqueta pegada en la primer página. Mi madre dice que el dueño se murió, en realidad dice que cree que le dijeron que el señor había muerto. O que lo asesinó la devaluación. Cuando llegábamos nos recibía con un saludo muy formal pero cariñoso, nos hablaba bajito y nos llevaba hasta la pila de libros nuevos que habían llegado. Nos quedábamos los tres quietos mirando la pila mientras el nos contaba (siempre bajito) como si se tratase de un bebé recién nacido durmiendo en la cuna de nursery de hospital. Después nos dejaba solas y mi madre iba desarmando la torre con cuidado. Cada tanto agarraba uno y me lo mostraba levantando una ceja en pregunta. Se suponía que yo tenía que elegir también. Yo leía la contratapa y a veces las tres primeras oraciones, si me gustaban, los separaba. Casi siempre nos íbamos con 4 ó 5 en la bolsita y nos volvíamos a Olivos en tren, revisando la compra en el camino.

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Tuesday, July 03, 2007

Singlemindedness

El consultorio de Mc Splendid tiene para todo los gustos, siempre que se trate de dañados por la práctica de algún deporte o bien accidentados, claro está. Son casi exclusivamente hombres, casi exclusivamente menores de 40, casi exclusivamente dañados por el fútbol, el tenis o el rugby. Supongo que es básicamente por ese universo de piernas peludas y lesiones de meniscos, rodillas y codos que a una le sube notablemente el rating, te convertís en un bien escaso y ascendés como un globo aerostático cuando le levantan la llama, entre pacientes y médicos (hay por lo menos 5 guapetones en el equipo).
Dr. Mc Splendid entra y sale apurado de los consultorios siempre seguido por su séquito. En la primer pasada guiña un ojo y sonríe, en la segunda dos apretoncitos en el brazo y en la tercera frena con un beso y nos hace pasar.
-Siempre al pie del cañón, vos.
Lo que no sabe es que estoy a minutos de re direccionar el cañón hacia la sien de mi padre. No le cuento, igual.
Joven medico asistente hace recetas y órdenes de kinesio y me mira. Toti resposa en camilla a mis espaldas.
-¿Y vos Charlotte, estás casada?
Antes de contestar escucho la voz paterna a mis espaldas que se incorpora con esfuerzo solo para gritar (porque creo que gritó):
-Es soltera, soltera, Charlotte es soltera.
Miré por encima de mí hombro derecho y por encima del marco negro de mis lindísimos anteojos. No emití sonido. Joven médico asistente se ve sorprendido.
-¿Pero cómo puede ser eso? Es imposible, un misterio ¿ como puede ser?
Pienso que le podría contar de las dos sesiones semanales, simplemente señalar con el dedo el bodoque edípico tergiversado que está recostado en la camilla y otros datos espantosos. Opto por mandar la bobianswer que de última casi siempre funciona.
-¿Vos viste que misterio? Una cosa de locos, pero te juro que cuando me entere te lo cuento…
Y así con mucha sonrisa y ojitos.

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